Chelydridae
Testudines
Reptilia
Entre 55 y 125 días, dependiendo de la temperatura ambiental.
Entre 20 y 40 huevos por nidada.
Existen programas en zoológicos y centros de conservación para su estudio y preservación.
Se alimenta de una amplia variedad de presas, incluyendo peces, anfibios, reptiles, aves, pequeños mamíferos, invertebrados acuáticos y carroña. También consume vegetación acuática.
Hasta 100 años; datos de marcación y recaptura en el Parque Algonquin, Ontario, Canadá, sugieren una edad máxima superior a los 100 años. En cautividad, Similar o ligeramente superior a en libertad, dependiendo de las condiciones de cuidado.
La tortuga mordedora (Chelydra serpentina) es una especie de gran tamaño y aspecto prehistórico, caracterizada por su robusto caparazón con crestas y su poderosa mandíbula en forma de pico. Habita en cuerpos de agua dulce con fondos lodosos y abundante vegetación, donde se camufla y espera a sus presas. Su dieta omnívora incluye peces, anfibios, reptiles, aves, pequeños mamíferos, invertebrados y vegetación acuática. Es una especie solitaria y principalmente nocturna, que se desplaza por tierra para encontrar nuevos hábitats o sitios de anidación. La reproducción ocurre entre abril y noviembre, con una nidada anual de 20 a 40 huevos. Las crías son vulnerables a la depredación, pero los adultos tienen pocos depredadores naturales debido a su tamaño y defensas. Es una especie longeva, con registros de individuos que superan los 100 años en libertad.
La tortuga mordedora es conocida por su comportamiento defensivo cuando se encuentra fuera del agua, mostrando una disposición combativa y utilizando su poderosa mandíbula para morder si se siente amenazada. Sin embargo, en el agua es más propensa a huir y esconderse en el sedimento o la vegetación acuática. Es una especie solitaria y principalmente nocturna, que se alimenta y se desplaza durante la noche. Puede recorrer distancias considerables por tierra para encontrar nuevos hábitats o sitios de anidación, especialmente si su entorno se ve alterado o degradado. Durante el invierno, en las regiones más frías de su distribución, puede hibernar enterrada en el lodo, utilizando la respiración extrapulmonar para sobrevivir bajo el hielo durante varios meses. Su comportamiento territorial y agresivo, junto con su capacidad de adaptación a diferentes hábitats, le permite sobrevivir en una variedad de entornos acuáticos.
La tortuga mordedora (Chelydra serpentina) está clasificada por la UICN como especie de “Preocupación menor” (LC) debido a su amplia distribución y relativa abundancia en su rango nativo. Sin embargo, enfrenta amenazas que afectan a nivel regional. La pérdida y degradación de hábitat acuático causada por la urbanización, la contaminación agrícola e industrial y el drenaje de humedales representan los principales factores de riesgo. Además, la mortalidad en carreteras es elevada, especialmente durante la época de nidificación, cuando muchas hembras cruzan caminos para poner huevos. También es víctima de captura y comercio ilegal para su consumo como carne o mascota exótica. En algunas regiones de Asia y Europa, donde ha sido introducida, se ha convertido en especie invasora, amenazando a la fauna local. Pese a ello, en su rango nativo no se considera en declive generalizado. Existen normativas de protección parcial en varios estados de EE. UU. y Canadá, y está incluida en el Apéndice II de CITES por algunos países. La conservación de la especie depende de la protección de ecosistemas acuáticos, el control del tráfico ilegal y campañas educativas que disuadan su liberación en hábitats no nativos. Algunos programas de monitoreo también estudian su longevidad, comportamiento y salud poblacional en áreas protegidas.
Es una de las tortugas de agua dulce más grandes de Norteamérica, con ejemplares que pueden superar los 30 kg.
Su nombre “mordedora” se debe a su potente mandíbula y actitud defensiva en tierra; en el agua rara vez ataca.
Posee un cuello extremadamente largo y flexible, que le permite alcanzar con la cabeza casi cualquier parte de su cuerpo para morder.
A diferencia de otras tortugas, no puede retraer completamente la cabeza dentro del caparazón.
Su cola, larga y con crestas triangulares, recuerda a la de un cocodrilo y le ayuda en el equilibrio bajo el agua.
Tiene papilas sensoriales en la lengua, lo que le permite detectar vibraciones de presas cercanas incluso enterradas en el lodo.
Las crías nacen con el instinto defensivo muy desarrollado y pueden morder desde muy temprana edad.
Es omnivora oportunista: se alimenta tanto de animales vivos como de carroña, lo que le otorga un rol de “limpiador” ecológico.
En cautividad puede vivir más de 100 años, aunque este dato es poco común en libertad.
Sus ojos tienen una membrana nictitante que les permite ver bajo el agua sin dañar sus ojos.
Es capaz de respirar por la cloaca durante la hibernación, absorbiendo oxígeno a través de tejidos altamente vascularizados.
Las hembras pueden almacenar esperma durante varios años y fertilizar huevos mucho después del apareamiento.
Prefiere mantenerse semienterrada en el fondo de estanques o lagunas, con solo los ojos y la nariz asomando para respirar.
En algunos lugares se le considera un animal “peligroso” debido a su fuerza, pero rara vez representa un riesgo real para humanos si no se le manipula.
Se le encuentra incluso en zonas urbanas, adaptándose bien a canales, presas y lagos artificiales.
En Asia y Europa ha sido introducida como mascota, y en muchos casos liberada ilegalmente, generando problemas ecológicos.
Es una de las pocas tortugas que caza activamente: embosca peces y anfibios en el agua.
Tiene un sistema digestivo muy resistente, que le permite consumir materia en descomposición sin enfermarse.
Se han documentado casos de agresión a otras tortugas nativas, desplazándolas de sus hábitats.
La ley de algunas regiones prohíbe su tenencia o venta sin permisos debido a su potencial invasivo.