Pato criollo

Cairina moschata

Nombre común

Pato criollo, pato real, pato mudo, bragado

Hábitat

Bosques ribereños, pantanos, marismas, ríos y lagunas adyacentes a vegetación densa
Características

Familia

Anatidae

Orden

Anseriformes

Clase

Aves

Gestación

Incubación aproximadamente 35 días

Nº de crías

8–16 huevos

P. Reproducción

Existen poblaciones domésticas con seguimiento en zoológicos y explotaciones rurales

Dieta

Se alimenta de semillas, raíces, tallos, insectos, crustáceos, pequeños peces, anfibios, reptiles y moluscos. En agua remueve sedimentos para filtrar invertebrados; como doméstica, incluye granos y forrajes

Vida

En libertad: Aprox. 7–10 años, no hay datos oficiales para silvestres En cautividad: Hasta 15–20 años con cuidados apropiados

Biología y comportamiento

El pato criollo es una especie robusta de anátida, notable por su aspecto inconfundible: cuerpo voluminoso, pico recto, patas fuertes adaptadas a caminar y nadar, y piel desnuda verrugosa de color rojo en la cara del macho. El plumaje es mayoritariamente negro con reflejos metálicos verdes o púrpuras, y manchas blancas en las alas. Esta especie muestra un dimorfismo sexual acusado: los machos son mucho más grandes y presentan carúnculas faciales más prominentes. Se adapta bien a hábitats húmedos, pero también habita zonas rurales y urbanas donde existan cuerpos de agua. Su fisiología es eficiente: su metabolismo le permite aprovechar una dieta omnívora y sobrevivir en entornos modificados por humanos. Posee una tolerancia destacable al calor y es capaz de anidar en árboles, troncos huecos y cavidades, mostrando una notable flexibilidad ecológica. Su domesticación ha dado lugar a líneas genéticas seleccionadas por docilidad, tamaño o producción cárnica.

El pato criollo es un ave principalmente terrestre y diurna, que suele moverse en parejas o pequeños grupos familiares. No es migratoria, aunque en estado silvestre puede realizar desplazamientos locales. A diferencia de otras anátidas, es silencioso: los machos no emiten graznidos, sino silbidos, jadeos o bufidos para comunicarse o ahuyentar. Las hembras emiten suaves sonidos guturales para llamar a sus crías. En época de cría, los machos se vuelven más territoriales, desplegando rituales de cortejo que incluyen movimientos de cabeza, vibraciones del plumaje y despliegue del ala. Nidifican en lugares elevados, lo que les protege de depredadores terrestres. Durante el día alternan baños, alimentación y descanso. Son aves inteligentes y alertas, capaces de reconocer personas o rutinas diarias. Su comportamiento en cautividad varía en función de la socialización y manejo. Aunque suelen ser pacíficos, los machos pueden mostrarse dominantes ante otros patos o aves de menor tamaño.

El pato criollo está clasificado por la UICN como especie de “Preocupación Menor” debido a su amplia distribución, tolerancia ecológica y poblaciones tanto silvestres como domésticas estables. En su área nativa, desde México hasta el norte de Argentina, se encuentra presente en hábitats naturales y zonas rurales. En cambio, las poblaciones introducidas (EE. UU., Europa, islas del Pacífico) pueden comportarse como especie invasora, generando competencia con anátidas nativas e incluso hibridación con el ánade real (Anas platyrhynchos). Aunque no está incluida en programas internacionales de reproducción controlada, su cría es común en comunidades rurales por su carne y comportamiento dócil. En zonas urbanas y parques, su presencia puede aumentar por alimentación no controlada y falta de gestión poblacional. No figura en CITES salvo en el Apéndice III para India. La principal amenaza para las poblaciones salvajes es la pérdida de hábitat ribereño y la contaminación de cuerpos de agua.

Algunas
curiosidades

El nombre “pato mudo” proviene de su escasa vocalización: los machos apenas emiten sonidos, a diferencia de otros patos.

Fue domesticado por pueblos indígenas de América Central antes de la llegada de los europeos.

Su carne es menos grasa que la del pato común, con textura similar a la de la ternera.

En muchas culturas rurales se le valora por su rusticidad: tolera climas cálidos, enfermedades y alimentación variada.

Los machos pueden llegar a pesar más de 6 kg, siendo uno de los patos domésticos más grandes.

Tiene uñas afiladas en los dedos y patas fuertes, lo que le permite trepar y descansar en árboles.

Puede anidar en cavidades hasta 5 metros de altura, algo inusual entre anátidas.

A diferencia del pato doméstico común, no requiere grandes superficies de agua para vivir.

Se le puede encontrar en parques urbanos donde ha sido introducido, y en algunos lugares se considera plaga.

Sus carúnculas (verrugas rojas en la cara) son más desarrolladas en machos y pueden cambiar de color por estrés o cortejo.

A pesar de su aspecto, puede volar y escapar de recintos no cubiertos.

Es conocido por sus habilidades como madre: las hembras son muy protectoras con sus crías.

En algunos países se cruza con patos domésticos (pato Pekín) para obtener híbridos estériles llamados “moulards”.

El color del plumaje varía por domesticación: hay variedades blancas, moteadas y totalmente negras.

Su presencia se ha documentado como invasora en islas del Caribe y en áreas protegidas de Florida.

En la medicina popular de América Latina, sus plumas o huevos han tenido usos rituales o curativos.

Es una de las pocas anátidas con costumbres arborícolas frecuentes.