Giraffidae
Artiodactyla
Mammalia
15 meses
1 (muy ocasionalmente 2)
EEP
Se alimenta principalmente de hojas, brotes y flores de árboles y arbustos, especialmente de acacias. Su lengua prensil y su cuello largo le permiten alcanzar vegetación a alturas inalcanzables para otros herbívoros.
En libertad: 10–15 años. En cautividad: Hasta 25 años
La jirafa (Giraffa camelopardalis) es el animal terrestre más alto del mundo, una adaptación que le permite acceder a hojas y brotes en las copas de los árboles, especialmente de acacias. Su cuello largo, compuesto por siete vértebras alargadas, y su lengua prensil de hasta 45 cm, le facilitan la alimentación en alturas inalcanzables para otros herbívoros. Existen nueve subespecies reconocidas, diferenciadas por patrones de pelaje y distribución geográfica. Las jirafas habitan en sabanas, bosques abiertos y áreas semiáridas del África subsahariana. Su sistema circulatorio está adaptado para manejar la presión sanguínea necesaria para bombear sangre hasta el cerebro, evitando desmayos al agachar la cabeza. Además, su pelaje presenta patrones únicos que ayudan en la identificación individual y en la regulación térmica.
Las jirafas son animales sociales que forman grupos abiertos y cambiantes, conocidos como “manadas de fusión-fisión”, donde los individuos se unen y separan libremente. Estos grupos pueden variar en tamaño y composición, incluyendo hembras con crías, machos jóvenes o adultos solitarios. Los machos establecen jerarquías mediante “necking”, combates ritualizados en los que entrelazan y golpean sus cuellos para demostrar dominancia. Aunque generalmente silenciosas, las jirafas pueden emitir sonidos como zumbidos, gruñidos y silbidos, y se ha documentado que utilizan infrasonidos para comunicarse a largas distancias. Son diurnas, con picos de actividad en las primeras horas de la mañana y al atardecer. Su descanso es breve y fragmentado, durmiendo de pie y, ocasionalmente, acostadas con el cuello curvado sobre el cuerpo.
La jirafa está clasificada como “Vulnerable” por la UICN debido a una disminución del 36–40% en su población en las últimas tres décadas. Se estima que quedan alrededor de 97.500 individuos en estado salvaje. Las principales amenazas incluyen la pérdida y fragmentación del hábitat debido a la expansión agrícola y urbana, la caza furtiva por su carne, piel y huesos, y los conflictos con humanos, especialmente en áreas donde compiten por recursos con el ganado doméstico. Algunas subespecies, como la jirafa de África Occidental (G. c. peralta), están en peligro crítico, con poblaciones muy reducidas y fragmentadas. En 2019, la jirafa fue incluida en el Apéndice II de CITES, lo que regula su comercio internacional y busca garantizar su sostenibilidad. Diversos programas de conservación, tanto in situ como ex situ, se están implementando para proteger a esta emblemática especie.
El nombre científico “camelopardalis” proviene de la antigua creencia de que la jirafa era una mezcla entre camello y leopardo.
A pesar de su largo cuello, las jirafas tienen solo siete vértebras cervicales, al igual que la mayoría de los mamíferos.
Su lengua prensil, de color oscuro, mide hasta 45 cm y está adaptada para manipular ramas espinosas.
Las jirafas pueden correr a velocidades de hasta 60 km/h en distancias cortas.
El patrón de manchas de cada jirafa es único, similar a las huellas dactilares humanas. Los machos utilizan sus cuellos como armas en combates por el dominio.
Las crías nacen desde una altura de aproximadamente 2 metros.
Su corazón tiene paredes gruesas para soportar la presión necesaria para llegar al cerebro.
Pueden pasar días sin beber, obteniendo agua de las hojas.
Su visión es excelente y detectan movimiento a gran distancia.
Las jirafas se comunican también mediante infrasonidos.
Su saliva protege su boca de espinas.
Tienen una tasa reproductiva baja.
En algunas culturas africanas, son símbolo de elegancia.
El cuello largo también ayuda a vigilar a depredadores.
Las jirafas tienen un sistema circulatorio adaptado para evitar desmayos al agachar la cabeza.
La piel de las jirafas contiene compuestos químicos que actúan como repelentes de parásitos.