Gibón de manos blancas

Hylobates lar

Nombre común

Gibón de manos blancas

Hábitat

Bosques tropicales húmedos, bosques semideciduos y bosques de bambú. Prefiere áreas con dosel cerrado y alta densidad de árboles frutales.
Características

Familia

Hylobatidae

Orden

Primates

Clase

Mammalia

Gestación

210–240 días

Nº de crías

1

P. Reproducción

EEP

Dieta

Principalmente se alimenta de frutas maduras, especialmente higos. Complementa su dieta con hojas jóvenes, flores, semillas y, en menor medida, insectos y otros pequeños animales.

Vida

Hasta 25 años. En cautividad: Hasta 44 años

Biología y comportamiento

El gibón de manos blancas (Hylobates lar) es un primate de tamaño mediano, sin cola, especializado en la vida arbórea. Su cuerpo es ágil y ligero, con brazos muy largos que le permiten desplazarse por braquiación entre las copas de los árboles. Presenta un pelaje denso que varía del crema al negro, pero siempre conserva una característica distintiva: las manos, pies y un anillo alrededor del rostro son blancos, lo que da origen a su nombre común. Esta especie presenta escaso dimorfismo sexual, aunque los machos suelen ser ligeramente más robustos. Es predominantemente frugívoro, pero también se alimenta de hojas, flores e insectos, adaptando su dieta según la estación y la disponibilidad. Sus largos caninos están presentes en ambos sexos, aunque no relacionados con agresión, sino con la alimentación. Es un gran dispersor de semillas y desempeña un papel ecológico clave en los bosques tropicales del sudeste asiático, donde habita a alturas desde el nivel del mar hasta 1.500 metros.

El gibón de manos blancas es un primate estrictamente diurno y arbóreo, cuya forma principal de locomoción es la braquiación: se balancea con gran agilidad de rama en rama usando sus largos brazos. Vive en grupos familiares estables y monógamos, compuestos por una pareja reproductiva y sus crías. Este sistema social está reforzado por fuertes lazos y una intensa cooperación en la crianza. Son altamente territoriales y defienden su espacio mediante vocalizaciones complejas y muy potentes, que emiten en dúo, especialmente al amanecer. Estas llamadas no solo sirven para marcar territorio, sino también para fortalecer el vínculo entre la pareja. Aunque pasan la mayor parte del tiempo en los árboles, descansan frecuentemente en zonas altas del dosel. Emplean rituales de acicalamiento y contacto físico para mantener la cohesión social. Su actividad se organiza en rutinas de alimentación, desplazamiento y descanso, siendo muy sensibles a las alteraciones del hábitat y a la fragmentación del bosque.

El gibón de manos blancas (Hylobates lar) está clasificado como “En peligro” (EN) por la Lista Roja de la UICN debido a una disminución significativa de su población a lo largo de las últimas décadas. Esta disminución está estrechamente vinculada a la deforestación intensiva en el sudeste asiático, provocada principalmente por la agricultura extensiva (incluyendo palma aceitera), la tala comercial y el desarrollo urbano. Su hábitat se ha vuelto altamente fragmentado, lo que limita el movimiento y la reproducción de las poblaciones. Además, enfrenta amenazas como la caza furtiva para el comercio ilegal de mascotas y la captura como animales de exhibición. Está incluido en el Apéndice I de CITES, lo que prohíbe su comercio internacional. Aunque algunas poblaciones sobreviven en áreas protegidas, muchas carecen de vigilancia efectiva. ADW también destaca su vulnerabilidad frente a la fragmentación del dosel forestal, esencial para su locomoción. Programas como el EEP promueven su cría en cautividad, pero la conservación in situ es prioritaria para asegurar su supervivencia.

Algunas
curiosidades

El gibón de manos blancas es uno de los pocos primates que se desplaza mediante braquiación, usando sus brazos largos para colgarse y balancearse entre los árboles con gran agilidad.

Puede recorrer hasta 15 metros de un solo salto y alcanzar velocidades de más de 50 km/h entre las ramas.

A pesar de no tener cola —al igual que todos los simios— mantiene un equilibrio perfecto durante sus desplazamientos aéreos.

Son conocidos por sus vocalizaciones complejas y melodiosas, especialmente los “duetos” que realizan las parejas para marcar territorio y fortalecer vínculos.

Estas canciones pueden escucharse a varios kilómetros de distancia y varían entre individuos, lo que sugiere cierto grado de cultura vocal.

Presentan dimorfismo cromático: hay individuos completamente negros o de color crema, sin que esto indique diferencias de sexo.

Los dedos largos y las manos blancas contrastan con el resto del cuerpo, una característica distintiva de esta especie.

Son estrictamente arborícolas; rara vez descienden al suelo, lo que los hace vulnerables a la pérdida de hábitat.

Se considera uno de los pocos primates con relaciones monógamas estables, aunque estudios recientes han revelado cierta flexibilidad social.

Tienen un comportamiento territorial: las parejas defienden con fuerza sus áreas mediante llamadas vocales y demostraciones visuales.

Se comunican no solo mediante sonidos, sino también a través de gestos, miradas y posturas corporales.

Su sistema vocal incluye un órgano especializado llamado saco gular, que amplifica los sonidos durante el canto.

Pueden vivir hasta 40 años en cautividad, aunque su esperanza de vida en libertad ronda los 25–30 años.

Son considerados especies clave para los ecosistemas de selva tropical, ya que dispersan semillas de árboles frutales.

El gibón de manos blancas es una especie culturalmente significativa en regiones del sudeste asiático, apareciendo en leyendas locales.

Están protegidos por la CITES (Apéndice I), y su comercio está estrictamente prohibido.

Su rostro sin pelo y sus ojos expresivos les dan una apariencia muy similar a la humana, lo que los convierte en emblemas de conservación de los simios menores.

Su comportamiento social y vocal ha sido objeto de numerosos estudios sobre el origen del lenguaje en los primates.

Son uno de los pocos primates que pueden mantenerse erguidos al caminar sobre ramas gruesas, con los brazos extendidos para equilibrarse.

Su estilo de vida especializado ha dificultado su adaptación a áreas fragmentadas, lo que acentúa su vulnerabilidad ante la deforestación.