Phoenicopteridae
Phoenicopteriformes
Aves
28–32 días, compartida por ambos progenitores. Variable según región y ligada a la disponibilidad de agua
Generalmente 1 huevo por nido; en cautividad ocasionalmente 2
Común en acuarios y zoológicos, sin programa específico
Su alimentación se basa en algas, diatomeas, crustáceos e invertebrados acuáticos. Captura el alimento introduciendo el pico boca abajo en agua somera y filtrándolo con estructuras internas.
En libertad: Cerca de 40 años (observaciones en Galápagos) En cautividad: Hasta 60 años en entornos controlados
El flamenco rojo, también conocido como flamenco del Caribe, es la especie de flamenco más colorida y una de las más grandes del género Phoenicopterus. Su plumaje varía entre rosa intenso y rojo anaranjado, debido a los carotenoides presentes en su dieta, especialmente en crustáceos y algas. Su cuerpo es delgado, con cuello largo y flexible, adaptado para buscar alimento en aguas someras. El pico es curvado hacia abajo, con un sistema de filtrado que le permite separar alimento del agua y el barro. Las patas largas y delgadas son rosadas, adaptadas a caminar por fondos blandos, y los pies parcialmente palmados le ayudan a remover el sedimento. En vuelo, muestran plumas negras de las alas y cuello y patas completamente extendidos. Su anatomía está especialmente adaptada para la vida acuática, con glándulas salinas para excretar el exceso de sal. Su visión y equilibrio están altamente desarrollados, esenciales para descansar sobre una sola pata durante largos períodos.
El flamenco rojo es una especie altamente social y gregaria, que forma colonias que pueden alcanzar varios miles de individuos. Estas agrupaciones favorecen tanto la reproducción como la protección frente a depredadores. Sus rituales de cortejo son complejos e incluyen movimientos coreografiados de cuello, alas y patas, realizados en grupo para estimular la sincronización reproductiva. La especie es monógama por temporada y ambos progenitores participan en la incubación y cuidado del polluelo. Son diurnos, aunque pueden realizar desplazamientos al amanecer y al atardecer en busca de alimento. Tienen vocalizaciones nasales distintivas y son muy sensibles a la perturbación humana durante la época de cría. Aunque no realizan migraciones largas, algunas poblaciones se desplazan localmente en función de las lluvias, la salinidad y la presencia de humedales temporales. También presentan comportamientos de baño frecuente, limpieza del plumaje y exposición al sol para mantener las plumas en condiciones óptimas.
Actualmente clasificado como “Preocupación menor” por la UICN, el flamenco rojo mantiene poblaciones estables pero localizadas. Las principales amenazas incluyen la degradación y pérdida de humedales costeros, la contaminación por metales pesados y residuos urbanos, la presión humana en áreas de nidificación y la perturbación por turismo descontrolado. En regiones como Yucatán o las Antillas, el desarrollo turístico y la urbanización costera han reducido zonas de reproducción históricas. Aunque no existen programas de cría específicos en cautividad, se mantienen poblaciones en zoológicos con éxito. Está incluido en el Apéndice II de CITES, lo que implica control en su comercio. En países como Cuba, México y Venezuela se han establecido reservas y santuarios naturales para proteger sus áreas críticas. Su seguimiento poblacional se realiza mediante censos aéreos y terrestres, y las campañas de sensibilización buscan reducir las molestias humanas y conservar los ecosistemas salinos que este flamenco necesita para reproducirse.
Su nombre científico, Phoenicopterus ruber, hace referencia a su color rojo encendido (“ruber” en latín).
Es el flamenco con la coloración más intensa, gracias a una dieta rica en carotenoides presentes en crustáceos como Artemia.
Puede dormir de pie sobre una sola pata durante horas, gracias a un mecanismo de “bloqueo” articular que no requiere esfuerzo muscular.
Su comportamiento de cortejo en grupo se conoce como “desfile sincronizado” y es fundamental para desencadenar la reproducción.
Son expertos filtradores: su pico contiene estructuras laminares similares a peine que retienen partículas microscópicas.
Al nacer, los polluelos son grises, y desarrollan el color rosado progresivamente durante los primeros años de vida.
Ambos padres alimentan al polluelo con una secreción rica en grasa y proteínas conocida como “leche de buche”, similar a la de las palomas.
El color del plumaje es un buen indicador de salud y estado reproductivo: cuanto más intenso, mejor condición tiene el individuo.
Tienen una glándula salina ubicada cerca de las narinas, que les permite excretar el exceso de sal cuando habitan en ambientes hipersalinos.
Los adultos mudan las plumas una vez al año, pero nunca pierden su capacidad de vuelo durante la muda.
Pueden volar largas distancias entre cuerpos de agua aislados y alcanzar velocidades superiores a 60 km/h.
Su nido es un montículo cónico de barro, elevado sobre el agua, que protege el huevo de la inundación y los depredadores.
En estado natural pueden vivir entre 30 y 40 años, pero en cautividad se han registrado ejemplares con más de 60 años.
Son muy sensibles al cambio de nivel del agua: si sube o baja bruscamente, pueden abandonar la nidada.
Se comunican con una amplia gama de sonidos, incluyendo graznidos, trompeteos y bufidos.
Tienen una vista excelente que les permite detectar alimento, amenazas y otros individuos a distancia.
Su lengua es gruesa y musculosa, adaptada para bombear agua dentro del pico durante la filtración.
No todos los flamencos rojos tienen el mismo color: depende de la dieta y de la subespecie (Galápagos es más pálido).
Su vuelo en “V” invertida y su silueta son inconfundibles al atardecer en zonas de lagunas.
Son símbolo de biodiversidad costera y en muchos países caribeños representan el equilibrio entre el agua, el sol y la vida.