Flamenco común

Phoenicopterus roseus

Nombre común

Flamenco común

Hábitat

Lagunas salinas o alcalinas, marismas, estuarios, costas.
Características

Familia

Phoenicopteridae

Orden

Phoenicopteriformes

Clase

Aves

Gestación

30–32 días, a cargo de ambos progenitores.

Nº de crías

Generalmente un huevo por puesta.

P. Reproducción

Presentes en zoológicos globales; programas exitosos (como Basilea) incluyendo técnicas de espejo para estimular la cría

Dieta

Omnívoro filtrador. Se alimenta mediante filtración en aguas someras: consume algas, diatomeas, crustáceos y pequeños invertebrados, cuya concentración de carotenoides determina la intensidad de su color rosa

Vida

En libertad: 30–40 años. En cautividad: Hasta 60 años

Biología y comportamiento

El flamenco común es el flamenco de mayor tamaño y uno de los más ampliamente distribuidos del planeta. Su aspecto es inconfundible: plumaje blanco-rosado con matices más intensos en las alas, patas largas y cuello muy curvado. El color característico proviene de los carotenoides presentes en su dieta, especialmente en crustáceos como Artemia salina. Su pico, curvado hacia abajo, funciona como un filtro especializado: al introducirlo invertido en el agua y moverlo lateralmente, filtra pequeños organismos del barro y el agua. Posee una lengua rugosa y laminillas internas que favorecen esta alimentación por filtración. Las patas son largas, rosadas y parcialmente palmadas, adaptadas a caminar y mantenerse en fondos blandos. Sus alas tienen una envergadura de hasta 2,4 metros, con plumas negras visibles en vuelo. Los juveniles nacen con plumón gris, que se va aclarando progresivamente durante el primer año. Esta especie presenta escaso dimorfismo sexual, aunque los machos suelen ser algo más grandes que las hembras.

El flamenco común es altamente social y gregario: vive y se reproduce en colonias que pueden superar los 10.000 individuos. Su comportamiento reproductivo incluye complejas danzas sincronizadas que realizan en grupos para atraer pareja. Es monógamo durante cada temporada, y ambos progenitores colaboran en la incubación del único huevo que suelen poner, así como en la alimentación del polluelo mediante “leche de buche”. Su alimentación se realiza durante el día en aguas someras, adoptando una postura característica: inclinando la cabeza hacia abajo y moviéndola de lado a lado. Su estilo de vida colonial favorece la detección temprana de depredadores. Descansa y duerme de pie, a menudo sobre una sola pata, lo cual ayuda a conservar calor corporal. Aunque no son migratorios obligatorios, algunas poblaciones realizan desplazamientos estacionales en respuesta a cambios en el nivel del agua o disponibilidad de alimento.

El flamenco común se encuentra clasificado como “Preocupación menor (LC)” por la UICN, con poblaciones estimadas entre 550.000 y 680.000 individuos. Aunque sus cifras globales son estables, depende fuertemente de humedales protegidos, salinas, lagunas costeras y estuarios para reproducirse y alimentarse. La pérdida y alteración de estos hábitats por urbanización, turismo intensivo, contaminación y cambio climático representa una amenaza latente. Además, en algunas regiones sufre perturbaciones humanas directas durante la cría, lo que puede provocar el abandono de colonias. Está incluido en el Apéndice II de CITES, por lo que su comercio está regulado. Existen programas de reproducción en cautividad exitosos, y algunos zoológicos usan técnicas de espejo para fomentar el comportamiento reproductivo. En Europa y África existen planes de manejo integrados en áreas como la Camarga (Francia), Doñana (España) y el delta del Nilo. La educación ambiental es fundamental para su protección a largo plazo.

Algunas
curiosidades

El color rosado del flamenco no es genético, sino resultado de su dieta rica en carotenoides; sin estos pigmentos, tendría un plumaje blanquecino.

Su peculiar pico curvado está perfectamente adaptado a la filtración de agua y barro, actuando como un colador natural invertido.

A pesar de su tamaño, el flamenco es un excelente volador: puede recorrer cientos de kilómetros entre humedales, volando en formaciones en V.

Puede dormir de pie sobre una sola pata, reduciendo la pérdida de calor y el esfuerzo muscular gracias a un sistema de “bloqueo” natural en sus articulaciones.

Cuando crían, tanto el macho como la hembra producen una sustancia nutritiva similar a la leche, secretada por el buche, con alto contenido en grasa y proteínas.

Sus rituales de cortejo son espectaculares: cientos de flamencos ejecutan danzas sincronizadas con movimientos de cuello, alas y giros.

Son muy sensibles a la perturbación: si una colonia reproductiva es molestada, puede abandonar sus nidos y huevos de forma masiva.

Los polluelos se agrupan en “guarderías” mientras sus padres buscan alimento.

En vuelo, sus patas sobresalen por detrás del cuerpo y el cuello se mantiene completamente extendido, lo que les da una silueta inconfundible.

Pueden vivir hasta 60 años en cautividad, siendo una de las aves más longevas de su tamaño.

Se han registrado ejemplares anillados que han sobrevivido más de 40 años en libertad.

Su nombre en latín Phoenicopterus significa “alas color púrpura”, en referencia al brillo rojizo de sus plumas al sol.

Aunque parezcan frágiles, soportan temperaturas extremas tanto en lagunas salinas como en altiplanos andinos y zonas desérticas.

Algunas poblaciones son migratorias parciales, y pueden aparecer inesperadamente en humedales artificiales o salinas restauradas.

En algunas culturas antiguas, los flamencos eran símbolo de longevidad y belleza; sus plumas se usaban en adornos y rituales.

Existen esculturas y pinturas de flamencos en antiguos templos egipcios, donde se les asociaba con el dios Ra.

Son aves muy vocales: emiten una variedad de graznidos y trompeteos, sobre todo durante la cría y las interacciones sociales.

Sus patas, a pesar de parecer delgadas, están reforzadas internamente y son sorprendentemente fuertes.

No tienen dientes, pero su lengua es áspera y musculosa, ayudando a movilizar el alimento filtrado hacia la garganta.

En zoológicos y reservas, las colonias necesitan espejos y presencia social para iniciar el ciclo reproductivo con éxito.