Amazona frentiazul

Amazona aestiva

Nombre común

Amazona frentiazul

Hábitat

Bosques de galería, sabanas arboladas, palmares y áreas abiertas de bosque
Características

Familia

Psittacidae

Orden

Psittaciformes

Clase

Aves

Gestación

23–30 días, realizada por ambos progenitores

Nº de crías

2–6 huevos

P. Reproducción

Muy frecuente como ave de compañía; proyectos de reintroducción ocasional

Dieta

Herbívoro frugívoro. Se alimenta de semillas, frutas, brotes, flores y pequeños frutos; en cautividad se complementa con mixturas de semillas, frutas, verduras y pienso, evitando grasas excesivas

Vida

En libertad: Aprox. 40 años En cautividad: Entre 50 y 60 años, con registros excepcionales hasta los 90 años

Biología y comportamiento

La amazona frentiazul es una de las especies de loro más conocidas y extendidas del género Amazona. Su cuerpo está cubierto por un brillante plumaje verde, adornado con una característica mancha azul en la frente y zonas amarillas en el rostro y hombros, cuya intensidad varía según la subespecie. Su pico es curvo y robusto, diseñado para romper semillas y frutos duros, y sus patas zigodáctilas (dos dedos hacia delante y dos hacia atrás) le permiten trepar, manipular objetos y alimentarse con gran destreza. Su lengua musculosa y sensible es una herramienta clave en la alimentación y vocalización. Posee una excelente visión y un oído agudo, adaptados a su estilo de vida en bosques abiertos. El dimorfismo sexual no es evidente a simple vista. Su metabolismo es alto, por lo que requiere una dieta equilibrada y variada. Está bien adaptada a entornos de sabana arbolada, palmares, bordes de bosques y áreas modificadas por el ser humano.

Es un ave muy social, inteligente y vocal. En libertad, vive en parejas o pequeños grupos familiares, y fuera de la época reproductiva se asocia en bandadas más grandes que pueden superar los 30 individuos. Comunica mediante una gran variedad de vocalizaciones estridentes, que usa para coordinar movimientos, defender territorio y expresar estados emocionales. Su comportamiento incluye el acicalamiento social, el juego, la exploración y la manipulación de objetos. Es diurna, activa principalmente al amanecer y al atardecer, momentos en que busca alimento en árboles y suelos. Nidifica en cavidades naturales de árboles grandes, a menudo repitiendo nidos durante varios años. En cautividad muestra capacidades cognitivas complejas, como la resolución de problemas y la imitación de palabras y sonidos, siendo una de las especies de loro con mejor habilidad para el habla. La estabilidad de pareja y la cohesión grupal son elementos esenciales de su conducta.

Aunque aún es una especie común en gran parte de su rango natural, la amazona frentiazul está clasificada como “Casi amenazada” por la UICN debido al impacto combinado de la captura ilegal para el comercio de mascotas y la pérdida de hábitat por deforestación. Se estima que más de 400.000 individuos han sido capturados en las últimas décadas para abastecer el mercado internacional. Está incluida en el Apéndice II de CITES, por lo que su comercio está regulado, aunque persiste el tráfico ilegal, especialmente en Bolivia, Paraguay y Brasil. También enfrenta amenazas por incendios forestales, expansión agrícola y pérdida de árboles maduros para nidificación. En cautividad es una de las especies más mantenidas, lo que ha permitido desarrollar experiencia veterinaria y de manejo. Algunos proyectos han comenzado a trabajar en la reintroducción de ejemplares rescatados y en la educación ambiental sobre la tenencia responsable. Las reservas naturales que protegen palmares y sabanas son clave para su conservación futura.

Algunas
curiosidades

Es uno de los loros más longevos: puede vivir más de 50 años en cautividad e incluso superar los 70 en casos documentados.

Posee una gran capacidad de imitación de palabras humanas y sonidos del entorno, lo que la convierte en una mascota muy valorada.

Su nombre común “loro hablador” deriva de su facilidad para reproducir fonemas complejos y comunicarse con sus cuidadores.

En la naturaleza, su repertorio vocal incluye gritos, chillidos, silbidos y llamadas de contacto.

En época de reproducción, las parejas se vuelven muy territoriales y defienden activamente su nido.

Utilizan las patas como “manos” para sujetar la comida y llevársela al pico con gran precisión.

No presentan dimorfismo sexual evidente, por lo que el sexo debe determinarse por ADN o endoscopia.

Existen dos subespecies: A. a. aestiva (Brasil oriental) y A. a. xanthopteryx (Brasil meridional, Paraguay y Argentina), diferenciadas por el color en las alas y la cara.

Pueden aprender más de 100 palabras en condiciones controladas, con entrenamiento positivo y estimulación constante.

Su inteligencia está a la par de un niño pequeño en tareas de lógica básica y resolución de problemas.

Construyen fuertes vínculos con sus compañeros humanos o aviares, y pueden sufrir estrés por separación.

En libertad, vuelan largas distancias en busca de alimento y agua, desplazándose en formación ruidosa

En zonas urbanas y rurales de Argentina y Paraguay se ha registrado su nidificación en palmas y postes de luz.

A diferencia de otras psitácidas, no siempre necesitan árboles densos, adaptándose a sabanas y áreas modificadas.

Son importantes dispersores de semillas, contribuyendo al equilibrio ecológico del bosque seco y el monte chaqueño.

Su tenencia sin permiso es ilegal en muchos países, pero sigue habiendo comercio ilegal significativo.

Emiten sonidos diferentes al amanecer y al anochecer, sincronizando el grupo para dormir o activarse.

En algunos pueblos sudamericanos, se les atribuyen cualidades mágicas o mensajeras de espíritus.

Durante el juego, pueden colgarse de cabeza, rodar, lanzar objetos o esconder comida como parte del enriquecimiento natural.

En aviarios bien diseñados requieren estimulación mental diaria, socialización continua y acceso a vuelo controlado.